En la introducción a «Los piratas fantasmas», W.H. Hodgson menciona que para él esta novela cerraba, tras «Los botes del “Glen Carrig”» y «La casa en el confín de la Tierra», lo que podía considerarse una trilogía porque, aunque pertenecen a distintos ámbitos, las tres comparten
algunas ideas básicas, y con ella el autor daba por concluida una etapa creativa en su carrera literaria.
«Los botes del “Glen Carrig”» (1907) relata unos acontecimientos fantásticos en los que se ven envueltos los tripulantes de un buque náufrago. La historia está llena de colorido, aventuras y extraños sucesos, y por ella deambulan las criaturas fantasmales y extraordinarias tan propias de Hodgson.
«La casa en el confín de la Tierra» (1908) es posiblemente su novela más conocida. Admirada por H.P. Lovecraft, contiene varios capítulos de intensidad aún no superada en la historia de la literatura sobrenatural. Es una narración de horror y también de anticipación que dejará en el lector un recuerdo imborrable y la sensación de inmensa soledad que el transcurso del tiempo cósmico provoca en el protagonista, aislado en una terrible casa atrapada en medio de una puerta temporal.
Finalmente, en «Los piratas fantasmas» (1909) nos encontramos de nuevo con una historia fantástica ambientada en el mar. La novela narra las penalidades sufridas por el Mortzestus, un buque «maldito» acosado por unas sombras extrañas y fantasmales que van acabando poco a poco con su tripulación. La descripción de la atmósfera, el relato de los hechos hasta que alcanzan el clímax, está magistralmente lograda y la novela tiene momentos de genuina fuerza sobrenatural. Los fantasmas apenas se ven, pero se sienten...