Nunca robar un banco ha tenido más sentido. Una vertiginosa comedia policíaca con la que no pararás de reír hasta la última página. «Hay quien atraca bancos por codicia. Otros disfrutan con el subidón de adrenalina. ¿Yo? Yo atraqué un banco por sentimiento de culpa. Más en concreto, sentimiento de culpa y una vela con aromas del Nepal?». Cuando Dylan, de quince años, incendia por accidente la casa de la chica que le gusta, tiene claro que la única forma de arreglar semejante desastre es con un gesto atrevido? como atracar un banco para pagarle una casa nueva. Fácil, ¿no?