La utopía forma parte de la realidad que nos rodea. Es, de hecho, un ingrediente fundamental de la modernidad occidental, a la que ha acompañado desde sus inicios. Como manifestación de las aspiraciones de mejora de la vida, contiene una crítica de aspectos concretos de la sociedad en la que surge; pero también concreta los deseos y las esperanzas, señalando una dirección hacia la cual apuntar en las luchas sociales.
Este motor persistente del cambio histórico, la utopía, va más allá del discurso y de las ideas. Toma forma en lugares y momentos concretos, en torno a problemáticas específicas para las que ofrece una vía de superación. Adentrarse en la historicidad de las utopías implica, pues, preguntarse por los ejes a través de los cuales arraigan en la realidad: tanto su peculiar relación con las dimensiones temporales de presente, pasado y futuro, como su materialización en el espacio y su inserción en las estrías del mundo que nos rodea.
Este libro parte de la idea de que las utopías están entre nosotros, desde los inicios del mundo moderno, como un ingrediente de la realidad con una presencia concreta, material. La utopía esboza el marco de vida ideal que se desea y orienta la acción para conseguir que se materialice. Pertenece a un ámbito de la realidad, el de las esperanzas movilizadoras.
En la figuración utópica importa el dónde tanto como el cómo y el qué de las utopías. Paradójicamente, los mundos alternativos se ubican en lugares; y, dado que utopía significa etimológicamente el no-lugar, aquello que no ocurre en ninguna parte, nuestro empeño es el de buscar los lugares del no-lugar, algo que a priori se presenta como imposible. Pero hacer posible lo imposible –mostrar la posibilidad de realizar lo que suele considerarse irrealizable– es la esencia de las utopías.
En el esfuerzo por traer a la utopía hasta nosotros, sacándola del limbo de las abstracciones ideales, resulta relevante poner la atención sobre las coordenadas materiales de lo utópico. Espacio y tiempo se nos presentan como dos coordenadas fundamentales para entender lo utópico desde esa perspectiva. A los cuales hemos añadido en este libro una tercera, la de esas estrías, que son los retos que cada utopía elige para desafiar el orden establecido y transformarlo en algo mejor. Tiempos, espacios y estrías vienen a ser tres dimensiones desde las cuales tratar de entender las utopías. Porque sin esa comprensión no es posible soñar con hacerlas realidad. En la medida en que la recuperación del impulso utópico es una tarea urgente para vencer al inmovilismo hegemónico, la comprensión que pretendemos facilitar desde este triple abordaje encuentra sentido.