Las ciudades constituyen un ecosistema nuevo, diferente y acelerado. En ellas conviven multitud de especies, que deben buscar nuevas estrategias de supervivencia para adaptarse a un entorno siempre cambiante.Hay aves que utilizan el tráfico rodado para abrir nueces y lagartos con patas adaptadas al asfalto. Las cotorras invaden los parques de París, mientras que los escarabajos australianos se sienten atraídos sexualmente por las botellas de cerveza. Más cerca, tenemos peces acostumbrados a la contaminación de los ríos, mariposas que cambian de color según la polución del ambiente y flores que diversifican la forma de sus semillas.La evolución ya no es cosa de entornos apartados, ni se produce a lo largo de los siglos: se está produciendo aquí y ahora, en los entornos urbanos, prácticamente ante nuestros ojos.