Además de mover cantidades ingentes de dinero, la industria cosmética se ha convertido en una gigantesca fábrica de deseos y frustraciones estrechamente relacionados con la imagen que hombres y mujeres tienen de sí mismos. La cara oculta de la belleza narra la historia un gran negocio a través de las vidas de Helena Rubinstein y Eugène Schueller, fundadores, respectivamente, de los dos grandes imperios de la cosmética del siglo xx: Rubinstein y L’Oréal. Sus empresas idearon centenares de productos y generaron la necesidad de consumirlos. También sortearon las convulsiones históricas del siglo xx: la gran depresión económica del 29 o la ocupación nazi de Francia, cuya sombra se proyectó más adelante sobre los negocios de Schueller.