Al cabo del día vivimos decenas de casualidades, de fenómenos serendípicos que nos empujan, condicionan, manipulan e, incluso, aconsejan. ¿Por qué de pronto un color parece marcar tu día y casualmente lo ves en todas partes? ¿Por qué sucede lo mismo con una cifra, con una persona o con una melodía? ¿Por qué algunos proyectos se tuercen y otros se transforman en maravillosos? La respuesta a esas y otras preguntas es más sencilla de lo que parece: fenómenos casuales. Damos ese nombre a los susurros del destino que no siempre sabemos cómo interpretar, pero que han marcado la vida y la cultura del ser humano desde tiempos inmemoriales.